lunes, 21 de enero de 2013

¡Pero si es sólo una amiga!




Eso me decía un ex novio, ya muy lejano, cada vez que yo le manifestaba mi incomodidad por la cercana relación que mantenía con una compañera de trabajo. Tan hábil era él, y tan boba era yo, que lograba hacer maromas increíbles para que después de explicaciones pedidas terminaría yo con un nudo en la garganta y culpándome de remordimiento.

- Pero  cómo te atreves-,  me decía sin sonrojarse. Ella es mi mejor amiga desde que entré a trabajar acá, sólo eso. Además ella sabe que tú no la quieres, y eso que no te ha hecho nada.

La historia era así: yo llevaba un tiempo considerable con este personaje y él llevaba un tiempo de considerable amistad con esta otra princesa. No digo que los hombres no puedan tener amigas, mucho menos los novios de uno, pero existe, lo que podríamos llamar, grados de amistad. Y este fue dando, de a poquitos y antes mis narices, una transformación peligrosa hasta quedar convertida en lo único que podía: un par de cuernos que colgaban, sin disimulo y ante los ojos de todo el mundo, de mi pobre frente.

Por ejemplo, yo llamaba a mi ex novio un martes en la noche y le preguntaba dónde estaba y él, sin temblor en la voz, me decía, en cine, y yo, ¿con quién? y él  con mi amiga. De nuevo: no digo que uno no pueda ir a cine con los amigos, pero ¿tres de los cuatro martes del mes?

El exceso de crispetas no era lo único sospechoso, estaban también las acompañadas a comprar zapatos, léase  bien, za-pa-tos!! Eso es casi peor que ir a un motel! porque ese sí es un plan muy aburridor para un hombre y creo, la mayoría, sólo estaría dispuesto a aguantárselo  por tres razones:

  •  Porque es el amigo gay
  • Porque es el novio o marido de uno y entonces le toca
  • Porque está en un plan de conquista muy bravo


Y yo, que explotaba en iras de mil colores, terminaba cual perrito regañado con papel periódico después de las justificaciones de este mago, porque ¡eh Ave María, si era un mago! Entonces me decía.

- Cómo dudas de mí! ¡Esto sí no lo voy a permitir! Tienes que saber muy clarito que no voy a dejar que impongas límites a mis amigos, eso sí no, eso sí no.

Y remataba:

- Además, mi amiga tiene novio. ¡Y se van a casar! (Jajjaja, aquí tengo que hacer este paréntesis para reírme y preguntarme, ¿qué será de la vida de ese pobre hombre? el ex novio de ella me refiero, ¿qué cuenticos le habrán echado? ¡Qué pecao!)

Después de esas actuaciones magistrales entraba yo en duda. ¿Será verdad? ¿Será mentira? debe ser que lo estoy asfixiando mucho, la vieja esa me cae como un zapato y todo, pero no, imposible, tiene novio y se va a casar, no, no, no,  no puede ser tan descarada con anillo en mano!

Y una vez más: es cierto que uno no puede dejar de tener amigos ni círculos sociales propios porque se cuadra o se casa. Y mucho menos sacrificar amistades porque no son del agrado del otro, pero lo que uno sí tiene que entender, y es una concesión dada precisamente porque, al establecer una relación uno ya está ganando al mejor de los amigos, es que mientras asuma ese compromiso debe regular sus planes, establecer límites y saber, precisamente,  quién es su prioridad.  Por ejemplo, cuando uno está cuadrado tiende a comportarse de la siguiente manera: 

Cine: novio/a
Café: amigo/a
Almuerzo: amigo/a
Comida: novio/a
Paseo: novio/a
Comprar zapatos: NOVIO!!
Llamada al amanecer: ¿de verdad tengo que decirlo?

La relación terminó carcomida por este y otros graves problemas. Pero hasta el último de los minutos don mago me juró, me re-juró sobre las cenizas de todos sus difuntos que ella era solo una amiga, una amiga y nada más, y que yo realmente debía estar muy mal como para ponerlo en duda.

Nos demoramos más en decir adiós que Facebook, mi querido Facebook, en confirmar mis sospechas: salieron del closet los desgraciados! Ahí estaban, etiquetados en una foto, de mucha cogida de mano, de mucho beso, de mucho pepito perez is now in a relationship.

 ¡Lo sabía! ¡lo sabía! gritaba yo, ahí si cual loca, cuando los vi. Ahí están pintados este par!! Es que me vieron la cara de imbécil…

Creo que pocas cosas me han dado tanta rabia en la vida como haber visto esas fotos. No porque el  personaje me causara ya algún sentimiento sino por el descaro absoluto ante el que estuve todo ese tiempo, y la habilidad, pasmosa, con la que fue capaz de hacerme dudar, como encantando una serpiente.

Desde entonces aprendí una lección imprescindible para las relaciones de pareja: no existen los mejores amigos. Y en las mías los prefiero a metros. Ya sé que me van a saltar varios, ¡Ay, no, cómo se te ocurre, fulanito es mi amigo y nada más!, ¡Ay, no, a fulanita la conozco desde que somos chiquitos!, ¡Ay, no, ya porque le pusieron los cuernos se le daño el chip de la amistad!

Las amistades pueden mutar fácilmente y no hay nada de malo en ello mientras  los dos estén solteros. Pero engañar a un pobre tercero con el cuentico chimbo de que es que es mi mejor  amigo y no te ha hecho nada, no sé porque no te cae bien….no, eso sí no.  Piensen y verán, que por lo general, en esas amistades tan estrechas uno de los dos siempre le tiene ganas al otro.

Ahora: yo tengo muchos y muy buenos amigos. Los estimo, los aprecio, los quiero como mis amigos. Cuando estoy soltera me puedo ir con ellos de paseo, a cine o a comer pero cuando estoy cuadrada, y por respeto a mi novio, es mejor que vayamos a almorzar. Tengo muchos y muy buenos amigos pero ninguno tan cercano como para pedirle que me acompañe a comprar zapatos.

Próximamente: Te tengo un regalo, es una runa hecha por mí. 


lunes, 7 de enero de 2013

Por qué no me empelotaría en SoHo



Ni ahí ni en ninguna otra revista, pero no por moralismo ni complejos sino porque no encuentro una sola razón válida, una que de verdad valga la pena, como para encuerarse públicamente. Es decir, ¿y uno cómo que gana con eso? Lo digo a raíz del reciente artículo que leí en KienyKe (http://www.kienyke.com/historias/carla-giraldo-no-se-arrepiente-de-nada/) en el que Carla Giraldo dice estar arrepentida de haber mostrado hasta el alma hace unos años en la revista asegurando que, ahora, sólo se desnudaría si una escena de cine así lo ameritara. Primer JA!

Qué pena y que risa me da pero ese es el argumento más pendejo que he oído y que oigo con frecuencia en muchas de nuestras -tan talentosas todas- actrices y modelos. A ver, hay que aceptarlo desde un principio como es. No hay nada de malo en decir que  se empelotan porque es la moda, porque salir en SoHo da una especie de estatus social, de garantía de que son lindas, de que están buenas. Y de eso sí que saben nuestras versátiles mujeres (todas, todas son actrices, modelos, presentadoras, periodistas y lo más, más importante, agárrense de las sillas…. empresarias!)

Qué tal Mónica Fonseca. Se encueró cuando dijo que se iba a casar (e hizo reality a lo Jessica Simpson). Luego, como para cubrir el oso de haberse separado  menos de un año después del matrimonio, se encueró de nuevo para contar que se separaba! Doble JA! O sea, a mí que me expliquen, ¿acaso no queda uno muy afectado sentimental y emocionalmente después de una ruptura amorosa, dígase más un matrimonio, dígase más en Cartagena, dígase más con 300 invitados, dígase más con prensa nacional, para tener el arrojo de mostrar, de nuevo, sus carnitas públicamente sólo como para decir, estoy bien por dentro porque estoy bien por fuera?

De verdad, necesito que alguna mujer me dé un buen argumento que justifique que se lo morboseen a uno, de igual manera, en las asoleadoras de Mesa de Yeguas como en las rimax de cualquier cancha de tejo. Cuando lo pienso (y no sé si es verdad el chisme o no) creo que la más sensata, o al menos la más sincera, ha sido la Grisales cuando dijo: me empeloto cuando me paguen, le pagaron y se empelotó. Al menos lo dejó claro, es un negocio, como quien vende arepas o malteadas adelgazantes. Eso lo entiendo, es como decir dame mi plata, toma lo tuyo. ¿Pero y el resto? ¿A las que no les dan nadita? ¿Las que no pueden encontrar un argumento sólido que justifique sus pezones al aire?

Luego de haber reconocido que, además de todo, adornó el artículo con un sartal de mentiras sobre su vida y fantasías sexuales, Carla admite que “cuando llegó a trabajar a México se encontró con que allá las actrices no se desnudan para las revistas”. En sus propias palabras: “Si Ana de la Reguera se hubiera empelotado, pues no sería Ana de la Reguera”. Hoy dice sentirse un poco incómodo, “como si hubiera metido la pata” porque los mexicanos tienen otro concepto de lo que significa ser una estrella.

¡Pues claro! Muchas salen, se embolan, no saben por qué y luego cuando ya no hay nada que hacer  -y claramente ni que mostrar-  dicen, ay, no, ahora solo lo haría si fuera para cine. Ya pa’ qué. Ya vimos todo. Además, mientras los medios nos sigan alimentando  este tipo de imaginarios, muchas de las mujeres normales, como lo somos la mayoría en este país,  seguirán esperando con ansias a que SoHo saque otro especial de modelos no modelos para mostrar que también ellas tienen tetas.

¿Y qué tal estas otras perlas?

Pero la entrevista no termina ahí, no señor. Hay otras revelaciones, casi tan profundas como la de haber descubierto que, después de un tiempo, salir en una tina con las patas abiertas es algo de lo que uno se puede llegar a arrepentir. Dice el artículo, “todos los días de su vida se levanta soñando con convertirse en una actriz muy bien formada y haciendo la buena televisión que todos nos merecemos”. Tercer JA!

Y continúa: “Quiere contar otro tipo de historias para que el público sea más inteligente. No comparte los realities pero los ve, siente que cuando los ve la absorben mentalmente y queda embobada….” Aquí se me detengo para decir, un momentico, un momentico. ¿Cómo es eso? Vamos por partes:

¿No comparte los realities? pero… ¡¿los ve?! Estas sí son contradicciones.  No hay nada malo en que a uno le gusten y disfrute los realities, (mi hermana  fue de público asistente a una gala de La Voz, ¿bueno?) pero salir a decir que necesitamos una televisión inteligente mientas reconoce su embelesamiento mental con los mismos es, por decir lo menos, contradictorio.  Yo le diría, Carla  promueva las buenas historias, promueva la buena televisión, promueva la buena actuación (como actriz que es) pero, lo mínimo, es ser coherente con lo que se dice y lo que se hace.

Aclaro: no tengo resentimientos contra las mujeres y mucho menos las bonitas. No estoy hablando desde la trinchera de la envida porque ni un pelín me da. Hay muchas, con enormes talentos, mujeres muy lindas y exitosas sólo que de verdad- verdad  aun no entiendo que se siente, que aporta, que gana uno después de pasar por la experiencia de desnudarse en el papel. Alguien que me diga, por favor.

Por último, qué tal este remate (los realities son) “el opio actual. Antes había una televisión más digna, antes se respetaba más al televidente. Se puede hacer algo mucho más bonito sin necesidad de exponer la vida propia para que los demás opinen”…

Y yo completaría, sí, se puede, y no sólo en la televisión. Aún se puede hacer mucho, pero mucho -más bonito, más digno, más inteligente, interesante y atrayente- sin tener que quitarse la ropa  y exponer el cuerpo para que los demás opinen que es, lo que finalmente uno termina haciendo, cuando le da por empelotarse en una revista. ¿O ustedes qué opinan?

Próximamente: De vuelta a las crónicas de amor: !Pero si es sólo una amiga!