Eso me decía un ex novio, ya muy
lejano, cada vez que yo le manifestaba mi incomodidad por la cercana relación
que mantenía con una compañera de trabajo. Tan hábil era él, y tan boba era yo,
que lograba hacer maromas increíbles para que después de explicaciones pedidas terminaría
yo con un nudo en la garganta y culpándome de remordimiento.
- Pero cómo
te atreves-, me decía sin sonrojarse.
Ella es mi mejor amiga desde que entré a trabajar acá, sólo eso. Además ella
sabe que tú no la quieres, y eso que no te ha hecho nada.
La historia era así: yo llevaba
un tiempo considerable con este personaje y él llevaba un tiempo de
considerable amistad con esta otra princesa. No digo que los hombres no puedan
tener amigas, mucho menos los novios de uno, pero existe, lo que podríamos
llamar, grados de amistad. Y este fue dando, de a poquitos y antes mis narices,
una transformación peligrosa hasta quedar convertida en lo único que podía: un
par de cuernos que colgaban, sin disimulo y ante los ojos de todo el mundo, de
mi pobre frente.
Por ejemplo, yo llamaba a mi ex
novio un martes en la noche y le preguntaba dónde estaba y él, sin temblor en
la voz, me decía, en cine, y yo, ¿con quién? y él con mi amiga. De nuevo: no digo que uno no
pueda ir a cine con los amigos, pero ¿tres de los cuatro martes del mes?
El exceso de crispetas no era lo
único sospechoso, estaban también las acompañadas a comprar zapatos, léase bien, za-pa-tos!! Eso es casi peor que ir a un
motel! porque ese sí es un plan muy aburridor para un hombre y creo, la mayoría,
sólo estaría dispuesto a aguantárselo por tres razones:
- Porque es el amigo gay
- Porque es el novio o marido de uno y entonces le toca
- Porque está en un plan de conquista muy bravo
Y yo, que explotaba en iras de
mil colores, terminaba cual perrito regañado con papel periódico después de las
justificaciones de este mago, porque ¡eh Ave María, si era un mago! Entonces me
decía.
- Cómo dudas de mí! ¡Esto sí no lo voy a
permitir! Tienes que saber muy clarito que no voy a dejar que impongas límites
a mis amigos, eso sí no, eso sí no.
Y remataba:
- Además, mi amiga tiene novio. ¡Y se van a casar!
(Jajjaja, aquí tengo que hacer este paréntesis para reírme y preguntarme, ¿qué
será de la vida de ese pobre hombre? el ex novio de ella me refiero, ¿qué
cuenticos le habrán echado? ¡Qué pecao!)
Después de esas actuaciones
magistrales entraba yo en duda. ¿Será verdad? ¿Será mentira? debe ser que lo
estoy asfixiando mucho, la vieja esa me cae como un zapato y todo, pero no,
imposible, tiene novio y se va a casar, no, no, no, no puede ser tan descarada con anillo en mano!
Y una vez más: es cierto que uno
no puede dejar de tener amigos ni círculos sociales propios porque se cuadra o
se casa. Y mucho menos sacrificar amistades porque no son del agrado del otro,
pero lo que uno sí tiene que entender, y es una concesión dada precisamente
porque, al establecer una relación uno ya está ganando al mejor de los amigos,
es que mientras asuma ese compromiso debe regular sus planes, establecer
límites y saber, precisamente, quién es
su prioridad. Por ejemplo, cuando uno
está cuadrado tiende a comportarse de la siguiente manera:
Cine: novio/a
Café: amigo/a
Almuerzo: amigo/a
Comida: novio/a
Paseo: novio/a
Comprar zapatos: NOVIO!!
Llamada al amanecer: ¿de verdad tengo que decirlo?
La relación terminó carcomida por este y otros graves problemas. Pero
hasta el último de los minutos don mago me juró, me re-juró sobre las cenizas
de todos sus difuntos que ella era solo una amiga, una amiga y nada más, y que
yo realmente debía estar muy mal como para ponerlo en duda.
Nos demoramos más en decir adiós que Facebook, mi querido Facebook, en
confirmar mis sospechas: salieron del closet los desgraciados! Ahí estaban,
etiquetados en una foto, de mucha cogida de mano, de mucho beso, de mucho
pepito perez is now in a relationship.
- ¡Lo sabía! ¡lo sabía! gritaba yo, ahí si cual
loca, cuando los vi. Ahí están pintados este par!! Es que me vieron la cara de
imbécil…
Creo que pocas cosas me han dado tanta rabia en la vida como haber
visto esas fotos. No porque el personaje
me causara ya algún sentimiento sino por el descaro absoluto ante el que estuve
todo ese tiempo, y la habilidad, pasmosa, con la que fue capaz de hacerme
dudar, como encantando una serpiente.
Desde entonces aprendí una lección imprescindible para las relaciones
de pareja: no existen los mejores amigos. Y en las mías los prefiero a
metros. Ya sé que me van a saltar varios, ¡Ay, no, cómo se te ocurre, fulanito
es mi amigo y nada más!, ¡Ay, no, a fulanita la conozco desde que somos
chiquitos!, ¡Ay, no, ya porque le pusieron los cuernos se le daño el chip de la
amistad!
Las amistades pueden mutar fácilmente y no hay nada de malo en ello
mientras los dos estén solteros. Pero
engañar a un pobre tercero con el cuentico chimbo de que es que es mi mejor amigo y no te ha hecho nada, no sé porque no
te cae bien….no, eso sí no. Piensen y
verán, que por lo general, en esas amistades tan estrechas uno de los dos siempre
le tiene ganas al otro.
Ahora: yo tengo muchos y muy buenos amigos. Los estimo, los aprecio,
los quiero como mis amigos. Cuando estoy soltera me puedo ir con ellos de paseo,
a cine o a comer pero cuando estoy cuadrada, y por respeto a mi novio, es mejor
que vayamos a almorzar. Tengo muchos y muy buenos amigos pero ninguno tan
cercano como para pedirle que me acompañe a comprar zapatos.